VALORES DE LA MARCA

Estrategias
sostenibles

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Patronaje Zero Waste

 

Como afirma Alison Wilt (2014) “uno de los principales problemas asociados con la fase de producción es la generación de residuos textiles innecesarios. Durante el proceso de corte, confección y acabado se desperdicia hasta un 15 % del tejido debido a la falta de creatividad durante el patronaje”. Con el uso del patronaje zero waste es posible minimizar o evitar el residuo textil explorando las posibilidades de corte.

Históricamente ha existido el patronaje cero residuos o zero waste en la confección y creación de las prendas vestidas por nuestros antepasados. Desde que empezamos a vestirnos con pieles y también el Kimono japonés eran vestimentas creadas aprovechando el tejido en toda su longitud.

El patronaje zero waste es una herramienta muy interesante para usar el residuo como una oportunidad para crear y dar valor añadido al diseño de la prenda, es un patronaje lleno de experimentación y descubrimiento de nuevas formas tratando de integrar el proceso de patronaje y el de diseño de la prenda. No es una técnica nueva, pero sí su enfoque, podría afirmar que el término de patronaje “zero waste aparece en 2008.

Hay dos tipos de residuos dentro de la moda: los residuos pre-consumo, creados en la cadena de fabricación y los residuos pos-consumo originados por el consumidor. Estos residuos se generan por una cuestión económica. Como aporta Timo Rissanen (2016) “cuando la tela se tira durante la fabricación, esta inversión la tela gastada se pierde. El reciclaje de los residuos textiles puede recuperar la inversión que se gastó en ese tejido, pero siempre requieren de más inversión de energía, agua y tiempo.”

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Tejidos sostenibles

 

A lo largo de la historia se han recolectado fibras naturales para uso textil. En España las más destacadas han sido el lino, el cáñamo y el algodón. Como afirma Folker Hansen (2015) “el cáñamo fue durante siglos una de las principales fibras textiles, simboliza el mundo perdido a partir del intenso desarrollo capitalista que representó la era del plástico, iniciada en la década de 1960”.

Según Kate Fletcher (2012), las emisiones de carbón y el uso excesivo de pesticidas, especialmente en el cultivo del algodón, han disparado la expansión del mercado libre de fibras de cultivo ecológico (cultivadas sin pesticidas, herbicidas, fertilizantes, reguladores del crecimiento sintéticos o defoliantes químicos).

Como solución a las preocupaciones que muestra Kate Fletcher (2012) se exponen las características tan beneficiosas que aporta el cáñamo industrial, mejorando las condiciones de cultivo, crecimiento de la planta e incluso las propiedades de resistencia de las fibras.

La fibra del cáñamo se obtiene de la planta cannabis sativa L. que llega a crecer hasta una altura de cuatro metros con facilidad, sin necesidad de añadir pesticidas. Es uno de los cultivos con mayor crecimiento diario, se dan frecuentemente crecimientos de 2 cm al día, pudiendo llegar a 11 cm por día en los cultivados más altos en condiciones ideales (Merfield, 1999). Esta planta no necesita mucha agua y tiene propiedades beneficiosas para la tierra ya que deja la tierra en una situación óptima para las producciones que se cultivaban a continuación resulten mucho más favorables por el efecto del cultivo anterior de cáñamo. Además, es una de las plantas que más CO2 consume, por tanto es una gran ventaja para la limpieza de la contaminación del aire. Sus fibras son largas, fuertes y duraderas. Un estudio bibliográfico demuestra que el cáñamo es la fibra natural con la resistencia mecánica más elevada (la mitad de la fibra de vidrio) y que posee muchas propiedades y características: antibacterianas, es absorbente, con baja densidad, y ofrece una excelente protección contra la radiación ultravioleta.

Son necesarios cambios para innovar en temas de salud y condiciones laborales con el fin de mejorar la sostenibilidad de las fibras utilizadas en la moda. Por una parte, es necesario realizar cambios en asuntos específicos como las prácticas en materia de salud y seguridad, las condiciones laborales, el acceso a sindicatos y sueldos dignos. Por otra parte, esos cambios afectaran a asuntos más amplios en relación con modelos de empresa y prácticas comerciales nacionales e internacionales que respeten a los trabajadores y retribuyan a las comunidades productoras (Fletcher 2012).

En su libro Cradle to Cradle, William Mc Donough y Michael Braungart (2009) describen el compostaje como uno de los dos ciclos aceptables en una economía industrial sostenible. El deshecho se convierte en materia prima y se reutilizan indefinidamente.

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Durabilidad Emocional

 

La sostenibilidad dentro de la moda abarca muchos factores: frenar el consumo, hacer productos más duraderos y de calidad, pero la durabilidad de las prendas se apoya en un factor emocional. Aunque se realicen prendas con mucha calidad, afirma Fletcher (2012) que “los estudios muestran que el 90% de la ropa se tira mucho antes de alcanzar el fin de su vida útil, por tanto no es la solución enfocarse solamente en materiales de calidad”. Como también apunta Chapman (2015) “cuando los materiales físicos duran más que nuestro deseo de ellos, el resultado se convierte en residuo”.

Quizá una de las razones de este problema es que frenar el consumo no solo desafía a las grandes corporaciones y la premisa sobre la que se funda el progreso occidental, también cuestiona la importancia social y cultural que tienen los objetos para las personas; la esencia del significado y de la identidad que hemos construido a través de las cosas materiales (Fletcher, 2005).

El rol del diseñador es, en gran medida, el centro de varias ideas en torno al diseño sostenible. Thackara (2013), tienen gran habilidad para llegar a las emociones humanas, así se podrá lograr diseñar prendas en relación con las prioridades y necesidades de los clientes. Es significativo señalar que en el campo del diseño y las emociones se han generado métodos más estructurados que buscan apoyar al diseñador a incorporar las emociones durante el proceso de diseño (ver Desmet & Dijkhuis, 2003; Demir et al., 2009; Ortíz-Nicolás et al., 2013). Debemos utilizar esa información no solo para conseguir beneficios económicos, sino también para dirigir el diseño hacia el vínculo emocional y optimizar la vida del producto con fines de sostenibilidad (Fletcher 2005).

En conclusión, la durabilidad emocional en la moda refleja lo que significan las relaciones para cada uno de nosotros. El hecho de elegir tu prenda desde que la ves, y crecer y construirse con ella, muestra una relación como podría ser con familia, amigos o pareja. Aprender a cuidar tus prendas hasta el final de sus días y tratarla con cariño, lavarla como se merece y repararla cuando es necesario, hace que construyamos toda una historia de vida y llena de experiencias a su lado y tener un vínculo especial muy difícil de romper y que solamente puede ir creciendo. A la vez, es una gran forma de relacionarnos con otros, ya que con estas prendas vamos construyendo nuestra identidad.

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Artesanía y producción local

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Transparencia

 

Hace falta retroceder para llegar a darle valor a lo que vestimos. Nuestras prendas han perdido su valor porque ya no forman parte de una creación minuciosa, lenta y con mucho cariño, ahora todo forma parte de una carrera descontrolada en la que no conocemos la procedencia de lo que llevamos puesto. Kate Fletcher (2012) aporta que “la velocidad y el volumen con que los productos industriales fluyen por el sistema de la moda han dado lugar a la despersonalización. Ya no conocemos a los fabricantes, ni el origen de los materiales”.

Necesitamos saber más información acerca de aquello que estamos comprando, ya que para concienciar a la sociedad sobre lo perjudicial que es este sector para el planeta y los humanos, debemos saber cuáles son los problemas y de dónde vienen.

Kater Fletcher (2012) afirma que “la mayoría de las veces que se analizan los problemas que condicionan las vidas de los trabajadores se hace en relación con las fábricas de corte y confección donde se realizan las prendas de ropa. Se les suele prestar más atención porque es uno de los trabajos más intensos de la cadena de suministro, de hecho, la concentración de trabajadores que existe en dichos lugares puede desencadenar abusos laborales como sueldos bajos, empleo de trabajadores sin contrato, falta de convenios colectivos, abusos físicos o sexuales, etc. Pero también existen problemas laborales en otras partes de la cadena de suministro de la moda. Los trabajadores de los campos de algodón, por ejemplo, denuncian problemas de salud ocasionados por la exposición a pesticidas de alta toxicidad. La OMS afirma que al año hay alrededor de tres millones de intoxicaciones por pesticidas, a consecuencia de las cuales muren 20.000 personas, principalmente la población rural y pobre de los países en vías de desarrollo”.

Este desafío es nuestra responsabilidad, los diseñadores de moda, debemos recuperar las conexiones que se han perdido. Kate Fletcher (2012) afirma que “hay que conocer a los fabricantes de nuestras creaciones y saber dónde funcionan las conexiones personales y dónde se pierden”.

Según Fashion Revolution “La falta de transparencia cuesta vidas. Es imposible para las empresas asegurarse de que se respeten los derechos humanos, que las condiciones de trabajo sean adecuadas y que se proteja el medio ambiente sin saber dónde se fabrican sus productos. Es por eso que la transparencia es esencial”.

Cada vez más empresas muestran la trazabilidad de sus productos y las fábricas donde fabrican sus prendas. Marcas como Hemper, Cus, Komodo, etc, son empresas muy transparentes y aseguran las buenas condiciones de trabajo de sus trabajadores.

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Huella de carbono

 

Mostrar a los clientes la mayor cantidad de información se necesita para crear un público objetivo consciente y comprometido con el medio ambiente.

Para realizar esto existe un método cualitativo que sirve para tener una visión global de las entradas y salidas en cada etapa del ciclo de vida de la prenda. Se analizan las cargas ambientales (desde extracción de las materias primas, los procesos de transformación, el transporte y la disposición final). Tras este análisis se hace una suma de la cantidad de gases invernadero que hemos estimado para ver el total de la huella de carbono de esta prenda. Además, en esta estimación también se calculan los eco-costes, que son los costes que deberían aplicarse para reducir la contaminación ambiental y el agotamiento de los materiales en nuestro mundo.

La marca estadounidense de ropa deportiva Patagonia, pionera en temas de sostenibilidad, ha puesto en marcha una iniciativa que otras empresas han empezado a incluir, con la que pretende conseguir una mayor transparencia de las cadenas de suministro que consiste en publicar en internet la «huella ecológica». Incluyendo la huella de agua, de un pequeño, aunque creciente número de productos. Esta huella abarca todo el proceso, desde el diseño hasta la entrega al comprador.

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Reparación e intercambio de ropa

 

 

La parte más importante de los vínculos emocionales con la ropa es conseguir que las relaciones sean duraderas, se creen fuertes vínculos afectivos que provocan la creación de significados profundos, a partir de los cuales el objeto cambia, se convierte en el favorito (Mugge, 2007; Chapman, 2005; Ortíz-Nicolás et al., 2013).

Algunos resultados de este fuerte vínculo afectivo son que la persona cuida el objeto, procura repararlo cuando se rompe y pospone su reemplazo el mayor tiempo posible (Mugge, Schifferstein y Schoormans, 2006). De tal forma y dado el vínculo establecido, el descarte de estos productos sugiere una separación personal, más que un simple desecho (Ekerdt, 2009; Wallendorf & Arnould, 1988). Al prolongar la vida útil del producto a través del apego lentifica el ciclo de vida, por tanto, reduce la demanda de recursos naturales y disminuye la cantidad de residuos sólidos que son desechados (Mugge, Schifferstein & Schoormans, 2010).

Todos los conceptos que hemos mencionado consiguen que se establezca un intercambio emocional entra la prenda y el consumidor, un ciclo en el que podemos reevaluar nuestra relación con la ropa, reflexionar sobre su uso, su propiedad y la necesidad, además de tener en cuenta las existencias y el flujo de las cosas que pasan por nuestras vidas y recalibrar el metabolismo de nuestros armarios (Fletcher).